LAVATORIO DE PIES


El Evangelio de San Juan narra que Jesús le lavo los pies a sus discípulos (Jn 13, 3-5). Durante la cena, Jesús se levanto de la mesa, quitándose el manto y ciñéndose una toalla, vertió agua en una palangana y lavo los pies a sus discípulos. Gesto, que en aquellos tiempos era de servicio, pues esta era una actividad propia de los esclavos. Pero que en Jesús es una acción que expresa su amor hacia el hombre. Además con el lavatorio Jesús comisiono a sus discípulos a imitar su ejemplo. 


El lavatorio es un testimonio de la vocación de la Iglesia y de los fieles de servir a la humanidad. Este gesto para el cristiano implica servicio, amor y humildad, atributos que deben ser tomados como directrices para seguir el ejemplo de Cristo. Esto quiere decir los cristianos son llamados a apoyarse los unos con los otros y que su labor es ayudar a los demás con actitud de servicio, amor y humildad.  El servir a los otros nos ayuda a vencer el egoísmo del hombre y a encontrar la verdadera realización personal y la felicidad. 

La misa de la celebración de la Última Cena del Señor, celebrada el Jueves Santo, incluye una parte donde generalmente un ministro de la Iglesia vierte agua en un recipiente y lava los pies de doce niños o ancianos de la comunidad para secarlos después con una toalla. Este acto resalta la importancia de servirle al prójimo y muestra como Cristo, que es Dios, se pone al servicio del hombre, recordándonos que la capacidad de servir y ayudar, así como darle la Gloria a Dios, es una muestra de la grandeza de todo cuanto existe.
En la cultura Hebrea, el lavatorio de pies ha sido una tradición de muestra de hospitalidad, en la que el huésped recibe a sus invitados ofreciéndoles agua para que laven sus pies. 

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